Situaciones inesperadas en la carretera


Uno de los miedos recurrentes en mis primeras andaduras al volante era la incertidumbre que existe siempre que sales a la carretera. ¿Y si, de repente, llueve? ¿Y si me encuentro con una placa de hielo y «me la doy»? Las situaciones inesperadas en la carretera me agobiaban, pero con el tiempo aprendí a minimizar la sensación de riesgo.

Situaciones puede haber muchas, como ya comentamos con el tema de la lluvia inesperada (que nunca es inesperada si abrimos los ojos y vemos el cielo), con las placas de hielo (que sí te las puedes encontrar de golpe y porrazo (esperamos que sin porrazo), con los animales sueltos, con los conductores irresponsables (o bien conductores que están teniendo algún percance delante nuestra). ¿Cómo reaccionar de la mejor manera posible?

Anticipación, calma y temple

No es lo más espectacular que hayáis leído, pero es bastante eficaz. Las situaciones inesperadas, por definición, son las que nos sorprenden sin estar preparados. La mejor manera de evitarlas o superarlas es, precisamente, prepararse. Pero, ¿cómo podemos pensar en preparar una situación inesperada? Es algo chocante, ¿verdad?

La idea es salir a la carretera siendo conscientes de que nos podemos encontrar cualquier cosa. No debemos salir con miedo, pero sí con respeto: podemos encontrarnos un bache no señalizado, suficiente como para echarnos de la carretera si circulamos con exceso de velocidad por una comarcal; podemos encontrarnos una placa de hielo tras pasar un puente a primera hora de la mañana en pleno invierno,…

La cuestión es conocer el clima y la zona. Si pasamos zonas de sombra en invierno, lo lógico es que nos encontremos zonas heladas. Es de recibo entender que pasaremos por esa zona con precaución. Si el cielo está encapotado no seremos adivinos si presumimos que puede empezar a llover. Si es una carretera de curvas, intentaremos conducir con precaución…

Como esos ejemplos hay decenas, incluso podemos esperar cierto aquaplaning si de repente nos encontramos con charcos de cierta profundidad en plena autovía: ¿seguimos a 120 km/h? No, reducimos la velocidad. Y si no la reducimos es que no entendemos cómo se produce el aquaplaning.

La mejor solución es, como decimos, abrir los ojos e interpretar la carretera, el tiempo, el entorno. ¿Sorpresas? Siempre nos podemos encontrar con sorpresas, pero con la anticipación suficiente y la calma necesaria podemos salir de casi cualquier cosa.

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Foto | orcmid

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