El ABS es como el amigo silencioso que nunca interviene en las conversaciones, hasta que lo hace y nos deja a todos boquiabiertos. Es un sistema de seguridad activa que permite que podamos aplicar toda la fuerza de frenado posible sin bloquear los neumáticos. Esto significa que, en condiciones deslizantes, nos aseguraremos de que podemos frenar sin que el coches se deslice, evitando los riesgos que esto podría conllevar.
El funcionamiento del ABS, como concepto, es sencillo: unos sensores estratégicamente colocados supervisan el movimiento de las ruedas y, cuando detectan un bloqueo, la presión de frenado se relaja en dicha rueda, de forma que el bloqueo desaparece de manera casi instantánea. Un conductor muy experimentado podría acercarse a las funciones de ABS relajando la presión sobre el pedal de freno cuando «siente» que las ruedas se están bloqueando. El ABS hace esas comprobaciones y ajustes decenas de veces por segundo.
La unidad de control del ABS evaluará constantemente la velocidad de giro de todas las ruedas de forma independiente. Una vez que uno (o varios) de los sensores detecta un bloqueo (que no es más que detectar que la rueda en concreto gira más lento que las demás o que se para con respecto a las otras), el sistema interviene y relaja la presión de frenado lo suficiente como para que no se detenga su giro.
El tiempo de reacción es de milisegundos y el sistema está alerta decenas de veces por segundo para notar cualquier cambio. Las consecuencias de frenar utilizando el ABS son sencillas: podremos mantener el control del coche en todo momento, incluso bajo fuerte frenada, y la estabilidad del mismo no se verá comprometida. Como «bola extra», mantendremos adherencia máxima con la calzada sean cuales sean las condiciones del piso o ante situaciones inesperadas.
Las contrapartidas del ABS: alarga la distancia de frenado
Esa característica del ABS de relajar la presión de frenado en las ruedas que se están bloqueando, tiene como consecuencia que la distancia de frenado se alargue. Así, si el firme está muy deslizante, y, aunque podemos pisar el pedal de freno hasta el fondo porque el coche frenará sin bloqueos, el sistema debe corregir constantemente todas las ruedas lo que hace que la distancia necesaria para detener el vehículo se alargue irremisiblemente.
Esto hay que tenerlo en cuenta por dos motivos:
- El primero es que alargar la distancia de frenado no es tan grave si no es por muchos metros y porque se compensa con que mantenemos intacta la capacidad de maniobra del coche, en el caso de que debamos esquivar un obstáculo mientras frenamos.
- Por otro lado, si circulamos sobre nieve, debemos tener en cuenta que el ABS puede alargar nuestra distancia de frenado. Si frenamos con cierta fuerza, el sistema va a detectar bloqueos por lo deslizante del piso, y por tanto entrará en acción para minimizarlos. La consecuencia es que la distancia de frenado se va a alargar. Lo mejor es frenar con extrema suavidad para prevenir los bloqueos, y por tanto prevenir ese alargamiento de la distancia de frenado.
Foto | Subaru
Un comentario
[…] Además, otro factor: para saber la distancia de seguridad perfecta debemos saber cuánto tiempo tardamos en reaccionar. El humano medio y sano tarda en reaccionar aproximadamente 0,75 segundos (en general se estima que entre 0,5 y 1 segundo). Esto quiere decir que recorreremos una distancia que depende de la velocidad a la que circulamos en la que es imposible hacer nada para evitar una colisión. A 100 km/h podemos recorrer fácilmente 20 metros sin tener posibilidades de cambiar la trayectoria, o siquiera de frenar (por mucho ABS que llevemos instalado). […]
Comments are closed.