Es en la tierra donde más sorprende el comportamiento del Subaru WRX STi. Para afrontar este firme tan deslizante desconecté por completo el control de tracción, mantuve la electrónica del motor en su posición más agresiva, Sport Sharp, –salvo en una fuerte bajada que necesitaba de mas tiento–, y lo mismo hice con el autoblocante, que así entregaba la potencia al 50% a cada eje. De nuevo Ariela “cantó” la primera curva, y allí partí con decisión y una sonrisa en la boca. “50 metros, Derecha 2”.
El avance es casi tan fulgurante como en el asfalto, tan adherente es la tracción total, que te permite acelerar a fondo hasta en estas circunstancias incluso con 300 caballos bajo el pie derecho. Y algo similar podemos decir de los frenos, que siguen siendo altamente eficaces. Al negociar los giros el coche se muestra muy neutro, pero en esta ocasión se percibe con nitidez que el reajuste del autoblocante cambia su personalidad: ahora se parece más a una tracción trasera, y las aceleraciones fuertes suponen que la zaga redondee el giro, ayudándote a sobrepasarlo. Y como buena tracción total, cuando te pasas de aceleración y derrapas, o cuando lo has hecho realmente bien y has colocado el coche para que atraviese desde el inicio el giro de costado, entonces el contravolante que hay que hacer para salir de nuevo derecho es mínimo, basta con mantener las ruedas rectas y toda la masa del Subaru Impreza reaparece, llena de polvo, acelerando, nada más llegar la siguiente recta. O incluso un poco antes.
Las sensaciones son trepidantes. Si en asfalto percibimos velocidad pura, terribles fuerzas en los cambios de apoyo y frenadas cortísimas, sobre la tierra la cosa no es tan brusca, pero las constantes derrapadas, y el poder acelerar cuando el coche no ha vuelto todavía a la línea recta, lo hacen aun más espectacular, más apasionante.
La efectividad de la amortiguación, independiente en los dos ejes, es altísima, de libro, y si en asfalto se conocen enemigos más rápidos, como los citados Porsche o Ferrari, sobre tierra solo el Mitsubishi Lancer, entre todos los coches del planeta, puede plantarle cara. Es sobre la tierra, también, donde mejor se percibe el aumento de dureza de las suspensiones, y donde más se agradece la rapidez de la dirección.
En definitiva, el Subaru WRX STi Sedán es un coche que ataca directamente donde más duele, al corazón, y al devolver las llaves y verlo alejarse con su nuevo y espectacular alerón, sientes que la carroza se ha convertido de nuevo en calabaza.