El debate sobre los radares se puede hacer eterno. Es decir, unos pueden argumentar hasta el infinito que los radares solo sirven para recaudar, mientras que los otros defenderán a capa y espada que la cosa es más bienintencionada: se colocan como medida en pro de la seguridad vial. Parece razonable pensar que ahondar en ese debate no va a suponer nada nuevo, ningún beneficio. Lo que ocurre es que parece que los radares se colocan en lugares que a veces no parecen los más peligrosos. ¿Por qué será?
Sin querer entrar en polémicas, ni querer posicionarnos de un lado o del otro (recaudatorios o aleccionadores), vamos a plantear unos casos y preguntas que quizá nos hagan entender mejor el porqué de los radares. Tengamos en cuenta que cada unidad tiene su coste, y como todo, debe ser rentable. Así visto, parece que vayamos a sacar conclusiones algo sesgadas… ¿o no?
¿Para qué sirve un radar y qué tipos hay?
Si somos prácticos, un radar sirve para conocer la velocidad a la que se mueve un coche. Las aplicaciones de los radares son muchas otras, pero en el caso que nos ocupa, es así de sencillo. Sabiendo la velocidad es sencillo probar (dentro de unos márgenes de tolerancia) si un coche en particular circulaba a más velocidad de la máxima permitida. Entonces, según unos baremos, se procede a la sanción: o bien multar o bien quitar puntos del carnet, o lo que proceda.
Los tipos de radares más convencionales son:
- De pórtico: fijos, se encuentran en autovías y autopistas y normalmente están colocados en carteles, en los puentes,… y «fichan» sobre todo los coches que circulan por el carril izquierdo (es más probable que superen la velocidad máxima de largo que si fuesen por el carril derecho).
- De tramo: son muy eficaces y también modernos, de los últimos en entrar en vigor. Se trata de medir la velocidad media de un vehículo entre dos puntos gracias a dos cámaras. Suelen estar en túneles, y lógicamente, si la media de velocidad es menor de la velocidad máxima permitida, no pasa nada. Si es mayor… está claro que hemos superado un límite.
- De cabina: Fijos, son los que más vemos en las carreteras, quizás porque estamos más acostumbrados. También en carreteras secundarias.
- De poste: ya hay muy pocos, suelen estar en entorno urbano y se podían ver en semáforos o en postes.
- Móviles: en carretera, en arcenes o detrás de carteles, pasos a nivel… casi en cualquier lugar. También empieza a haber radares montados en coches (no los de siempre, sino unos que están camuflados en la defensa del automóvil).
- Camuflados: eso mismo, ocultos y «difíciles de encontrar».
Es que los radares tienen afán recaudatorio, y no educativo
Una obviedad tan grande no puede quedar impune. El radar no tiene afán recaudatorio, lo que ocurre es que cuando da «positivo» no deja lugar a dudas: se ha cometido una infracción. Por tanto habrá una multa o sanción. Los radares son detectores, ni más ni menos. El caso es que, colocados bien visibles tienen un efecto preventivo, es decir, influyen en las personas. Si lo vemos, instintivamente aflojamos el pie del acelerador, aunque circulemos a 115 km/h.
Si sabemos que hay radares en la zona, pero no los vemos, tendremos cuidado. Esa es la parte que, erróneamente, se llama de educación vial, y es erróneo porque no es educación, sino corrección. Salvan vidas porque obligan a bajar la velocidad en el tramo en el que están. Pero no salvan vidas per se, es la idea de ser multados la que nos salva de cometer una imprudencia.
Como conclusión, , los radares deberían ser más notorios, pero también tienen parte de razón los movimientos que piden que se sitúen en lugares realmente peligrosos, como carreteras por todos conocidas por su dificultad o por su peligro potencial. Si algo podemos ganar es que ese impulso de levantar el pie ante un radar nos salve la vida. El hecho de que se consideren instrumentos recaudatorios es bastante secundario (pues ya hemos dicho que una vez que somos ‘cazados’, ya hemos cometido la infracción). ¿Qué opináis vosotros?
En Subaria | Multaradar C, el Terminator de los radares
Foto | d5e
