Llegan las bajas temperaturas a nuestro país, y comenzamos a sentir ya los efectos del frío dentro del coche, por ejemplo con los cristales empañados, que necesitan de un chorro de aire para volver a ser transparentes. En las frías mañanas de otoño e invierno, cuando nos metemos en el coche lo primero que pensamos es encender la calefacción y quitar esa sensación de frío en el interior. Es algo que hacemos todos, y no es nada perjudicial, pero una vez en marcha sí que conviene tener claro cómo regular la calefacción para no ponernos en riesgo de forma innecesaria.
¿Es perjudicial un exceso de temperatura mientras conduzco?
Cualquier exceso es perjudicial, normalmente a toda las preguntas que incluyen «exceso» se contesta con un sí rotundo. En el caso de la calefacción, el calor en el habitáculo nos entorpece, adormece los sentidos y nos hace entrar en una fase de sopor que no es nada agradable y que, si no ponemos remedio, nos llevará al despiste casi con toda seguridad.
Calentar el habitáculo antes de ponernos en marcha es algo asumible. Una vez en marcha, debemos ajustar la temperatura del habitáculo de forma que no sintamos frío, pero sin pasar calor. En otoño e invierno nos abrigamos más, y utilizamos ropa más gruesa y por tanto mantener una temperatura de 18-19 grados en el habitáculo es más que suficiente para no sentir la molestia del frío. Pensemos que si en el exterior tenemos temperaturas, por ejemplo, de 10 grados, 5 o 0, los 18 grados del habitáculo se nos antojan más que suficientemente calurosas.
Un error frecuente es sentarse a conducir con el abrigo puesto. Esto no solo nos da más calor, sino que entorpecerá nuestros movimientos. Al volante debemos tener la máxima libertad de movimientos para hacer frente a cualquier maniobra imprevista que pueda surgir.
Efectos del exceso de calefacción
El exceso de calefacción implica exceso de calor en el habitáculo. Se sabe que por encima de los 35 ºC en el habitáculo (algo que sucede en verano con bastante facilidad), es tan peligroso como hacerlo con una tasa de alcoholemia de 0,5 g/l. En invierno y en otoño no vamos a tener 35ºC dentro del habitáculo, pero la sensación térmica que podemos tener con la calefacción a 24 grados, más el abrigo que no nos quitamos por pereza… puede ser similar.
- Disminuye el cuidado que ponemos en la conducción.
- Hace que respondamos peor a la información que recibimos de las señales.
- La capacidad de reacción se ve disminuída por el calor en el habitáculo.
- El nivel de ansiedad aumenta.
- Aguantamos menos tiempo conduciendo: aumenta la fatiga.
Así que, siempre que nos montemos en el coche, busquemos la temperatura ideal de la calefacción de forma que no sintamos frío, pero nunca de forma que lo que sintamos sea calor. Y siempre, cuanta menos ropa llevemos encima, mejor.
Foto | Alan Stark