Nos encanta conducir, eso nadie lo duda. Y, sin embargo, muchas veces notamos cómo ponernos al volante, salir a la carretera y, sobre todo, interactuar con otros conductores, nos estresa. Puede que te ocurra a menudo o que no sea lo habitual, pero todos hemos vivido alguno de esos momentos de transformación interna que nos convierte en seres agresivos y enfadados al estar delante del volante. ¿Qué causa esta ira del conductor?
Las causas de esta repentina agresividad que puede afectar hasta al sujeto más pacífico son varias, aunque se pueden resumir en la suma de dos circunstancias que se dan cuando conducimos. Por un lado, el coche aporta cierta protección que nos hace sentir inmunes. Por otro, conducir también crea ansiedad que hace que nos pongamos a la defensiva. ¿El resultado? Agresividad.
La agresividad al volante es algo relativamente normal: a todos nos ha pasado en alguna ocasión puntual. Eso sí, si notas que es casi tu estado habitual en cuanto te subes al coche, entonces deberías intentar ponerle freno: hay estudios que aseguran que el 50% de los accidentes de tráfico son causados por la agresividad.
¿Cómo evitar la temible transformación? Todo se basa en una palabra clave: autocontrol. Respira, relájate y no pierdas de vista quién eres. ¿Actuarías igual si caminando por la calle alguien se te cruza en el camino? Posiblemente no. Al margen de esto, es importante también evitar en lo posible situaciones de estrés: sal con tiempo para no ir con prisas, coge siempre que puedas recorridos conocidos y evita ponerte al volante si estás enfadado. ¡Desahógate antes de conducir!
Ponerse agresivo con otros conductores no arregla nunca nada (es muy posible que incluso empeore la situación), y ni siquiera nos hace sentir mejor… Así que ya sabes: al volante, actitud zen. ¡Tus viajes serán más agradables!
Vía | HoyMotor y Consumer
Foto | jon collier