El cinturón de seguridad, si no está tenso no protege

El cinturón de seguridad es el sistema de seguridad pasiva que más vidas lleva salvadas desde su introducción en los coches de serie en 1959. Se estima que las probabilidades de fallecer en una colisión se reducen al 50% si llevamos el cinturón de seguridad correctamente abrochado. Y esto es solo si tenemos disponible el cinturón de seguridad, pero como sabemos, existe el airbag, y dentro del sistema del cinturón tenemos pretensores y también limitadores de carga que aumentan aun más las probabilidades de supervivencia. Sin embargo, un gesto tan simple como tensar bien el cinturón cuando nos lo abrochamos, multiplica nuestras posibilidades.

¿Por qué? La respuesta es bien sencilla: el cinturón de seguridad no tiene otro cometido que sujetar nuestro cuerpo lo mejor posible, desde el primer momento en que se da la colisión. Si hay una holgura, si el cinturón de seguridad cede algo en ese momento, nuestro cuerpo iniciará el movimiento sin protección alguna, y cuando el cinturón sí retenga, llevaremos una velocidad más elevada y lo mínimo que pasará es que notaremos el «golpe».

Esto, que puede ser cuestión de un centímetro de holgura, reduce la efectividad de un sistema tan sencillo como el cinturón de seguridad. Por disponer de pretensores no nos debemos relajar en esto, porque un simple gesto al abrocharnos el cinturón no nos lleva ni un segundo extra. ¿Cómo hacemos? Una vez abrochado el cinturón, tiraremos de la cinta que pasa por nuestro hombro hacia arriba, de forma que la que reposa sobre nuestras piernas se ciña bien.

Fíjate bien, cuando lo hagas la próxima vez, porque el cinturón tiene esa holgura de un centímetro escaso por muy nuevo que esté. Es un gesto sencillo y que puedes automatizar, de la misma manera que inspeccionas los espejos, y tendrás la seguridad de que todos los sistemas actuarán a la perfección en el caso de que los necesites.

Además, no olvides que para ajustar bien el cinturón debes estar correctamente sentado: con la espalda pegada al asiento, en una posición correcta (ni demasiado recto, ni demasiado recostado), debes oír el click del broche, y además has de comprobar que el cinturón no esté enrollado o pinzado.

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