El mantenimiento del coche es algo muy necesario e importante, tanto que si no lo hacemos correctamente veremos cómo nuestro vehículo «dura» menos años de lo esperado, o llega a viejo con más «achaques». Todo necesita mantenimiento, un edificio, nosotros mismos… y por supuesto nuestros coches.
El mantenimiento básico que hacemos todos (o deberíamos) es el que marca nuestro libro, aquél que dice que cada tantos kilómetros o tiempo debemos cambiar el aceite, el que nos dice cuándo debemos pasar la Inspección Técnica, el que nos dice que cada «tanto» debemos cambiar de neumáticos… Pero nosotros podemos dar un paso más en el mantenimiento y fijarnos, sobre todo, en los principales síntomas que nos indican que algo puede necesitar un vistazo. Es el mantenimiento preventivo.
Neumáticos, presiones y dibujo
Los neumáticos hay que sustituirlos cuando tienen entre 5 y 10 años de «vida», o bien cuando la profundidad del dibujo es inferior a 1,6 mm porque es el límite legal. Esa profundidad nos indica que queda poca goma útil en nuestros neumáticos y, por tanto, corremos más riesgos si seguimos con ellos. Pero lo principal es que no es legal.
Sin embargo, nosotros podemos fijarnos en otras variables, por ejemplo los daños que tengan los neumáticos (por ejemplo por «golpear» los bordillos, por un frenazo extremo o por cualquier rozadura por pequeña que sea), o el desgaste irregular de la banda de rodadura. Todo ello indica que algo va mal, no solo con los neumáticos, sino también puede que tengamos otros sistemas del coche en mal estado.
Frenos
Los frenos son uno de los sistemas más importantes del coche junto con los neumáticos. Unos buenos frenos, y un perfecto estado de todos sus componentes son vitales para la seguridad, y por eso detectar cualquier problema es fundamental. Si notamos alguno de los siguientes síntomas debemos acudir a nuestro taller de confianza para un chequeo a fondo:
- Si el pedal tiene demasiado recorrido o tiene un tacto esponjoso: puede ser que las pastillas estén muy desgastadas, que tengamos poco líquido de frenos o esté en mal estado, o puede deberse a algún defecto en las piezas relacionadas con la pinza.
- El pedal de freno está demasiado duro: problemas con las pastillas o con los discos.
- El pedal tiene demasiado poco recorrido: problema con las piezas que provocan la extensión o la retracción de las partes móviles.
- El pedal vibra.
- Se bloquea una o más ruedas al aplicar presión al pedal.
- El coche frena cada vez peor con los frenos calientes.
- El coche oscila a un lado: puede ser un problema de frenos o de presiones de los neumáticos.
- Si los frenos chirrían debemos acudir rápidamente a un taller.
Otros síntomas de que debemos pasar una revisión lo más rápido posible es un mal funcionamiento de la suspensión. Esto no es fácil de detectar, pero, por ejemplo, los neumáticos nos darán pistas si presentan un desgaste irregular o anómalo. También notaremos «extraños» en frenadas intensas (no de rally, pero sí de cierta importancia), y en general notaremos cómo el coche «flota» o reacciona mal ante un bache, por ejemplo. La suspensión es muy importante y no debemos ignorar esos síntomas.
No conviene olvidar el mantenimiento de otras partes del coche, como el sistema de refrigeración o aire acondicionado, el sistema eléctrico, la batería y demás. Sin embargo, poner atención a las pistas que nos da el coche en movimiento es mucho más importante para detectar cualquier posible anomalía en el funcionamiento de nuestro vehículo.
Fotos | Moto@Club4AG
Un comentario
Muy buen aporte. Hacer el mantenimiento efectivo y continuo de nuestro coche es una tarea fundamental para lograr el mejor funcionamiento de todas sus partes.
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